[SPA] PODER
Sobre los límites, la liberación y la necesidad de ser buen+s.
La industria de la moda es un ejemplo muy interesante en materia de poder. Históricamente, la moda ha estado en el frente de batalla de la liberación de la mujer, permitiéndole, por ejemplo, oponerse a los dictados de la sociedad, pero también ha sido un lugar en el que las dinámicas de poder y la falta de representación han hecho que gran parte de la sociedad se sintiera maltratada, ignorada o privada de sus derechos. En el mundo de la moda, la noción de poder está siempre en el centro de la conversación: nos esforzamos por conseguirlo, lo creamos y lo explotamos. Tradicionalmente, aunque afortunadamente esto ya es cosa del pasado, el poder en las imágenes de moda femenina solía representarse con actitudes hostiles, como si ser poderosa conllevase ser una chunga. ¿Por qué? Porque el poder en términos de moda es como un símbolo, una tierra prometida, incluso en una cuestión tan trivial como es llevar una prenda bien hecha o el accesorio de moda para ser considerado estilos+ o aceptad+ socialmente. Por otra parte, el poder es también lo que, como consumidor+s, otorgamos a marcas de moda y megacorporaciones cuando compramos sus productos. Poder y agencia es lo que obtiene una trabajadora de la confección cuando es capaz de alimentar a su familia o mantenerse económicamente, pero impotencia es exactamente lo que siente cuando después de haber trabajado todo el día el salario no es suficiente y/o tiene que afrontar acoso sexual o psicológico de una figura de autoridad dentro de la fábrica o lugar de trabajo.
Porque el abuso (de distintos niveles y tipos) no es algo que ocurra sólo en las fábricas, sino también en los estudios, las oficinas y los ateliers. Según el estudio "Success in Fashion" realizado por Vogue, entre los profesionales de la moda abundan problemas como el agotamiento, la desigualdad por motivos sexuales o raciales y la dificultad para llevar una vida laboral equilibrada. Aunque el estudio se centraba específicamente en la idea de tener éxito, tengo la sensación de que en este contexto ambos conceptos están íntimamente relacionados -podemos y solemos sentirnos empoderados cuando experimentamos el éxito, y aunque podríamos tener mucho éxito sintiéndonos íntimamente impotentes- en términos generales aunque estas dos palabras no sean en absoluto intercambiables, a menudo van de la mano. El otro día estaba viendo un documental sobre una marca de moda icónica y me quedé atónita al ver cómo a un diseñador de alto rango de la casa le parecía totalmente bien humillar a un empleado delante de la cámara, como si no estuviera pasando nada extraño.
Este sentimiento de falta de poder no sólo afecta a las trabajadoras y profesionales, sino que está muy extendido y afecta tanto a hombres como a mujeres dentro del sector, aunque quizá sea más agudo si se pertenece a una minoría; en el ejemplo anterior, por ejemplo, la persona que recibía el acoso era un hombre. Mi experiencia en los sectores de la moda y la publicidad me ha enseñado que las líneas que separan los comportamientos laborales aceptables de los que no lo son son difusas. Creo que el agotamiento de los profesionales de la moda mencionado en la encuesta está directamente relacionado con una línea de trabajo que hace muy difícil establecer y mantener los propios límites. Cuando el trabajo se percibe como el sueño de un millón de personas, el hecho de que implique trabajar muchas horas, asistir o hacer días sueltos u horas extra gratis, establecer relaciones que mezclan lo personal con lo profesional y los múltiples prejuicios que como miembr+s de la sociedad tenemos tod+s, es muy difícil sentirse poderos+ todo el tiempo. Recientemente, mi vida laboral ha sido una montaña rusa. Me he sentido a la vez muy poderosa y completamente desempoderada, siendo la misma profesional, con las mismas habilidades y la misma personalidad. La diferencia radica en el cliente. Mientras que algun+s valoran la creatividad y habilidad y celebran el talento, otros desconfían y acaparan oportunidades.
Muy oportunamente, el viernes pasado se celebraba el Día Internacional de la Mujer, así que los derechos y roles de la muje marcaron un telón de fondo perfecto para estas idas y venidas en mi vida. Encontré un artículo muy interesante de Elise Loehnen en el que analiza cómo nuestras sociedades entrenan a las mujeres para ser buenas y a los hombres para tener éxito. Como mujer, me hizo reflexionar sobre lo mucho que a veces me he sentido obligada a aferrarme a "ser buena" para que clientes imposibles me valoren. Y cuando digo buena, no me refiero a una buena profesional, sino a una demasiado amable, ya sea tratando de evitar conflictos o aceptando exigencias poco razonables. Me maravillo de cómo a veces he tenido que pasar por alto mis límites para quedar bien con un client+ o jef+. ¿Eran estos jef+s hombres? No necesariamente. ¿Y merece la pena? Pues no.
Una cosa que me parece fascinante de l+s profesionales de la Generación Z es que están mucho menos dispuest+s a lidiar con este tipo de cosas. Por un lado, trabajar con ell+s puede ser un reto porque, a diferencia de l+s millennials, acostumbrados a dejarse la piel en el trabajo y a lidiar con entornos de trabajo donde la noción de límites era inexistente, l+s Gen Z no tienen ningún problema en demandar lo que creen que les corresponde, ya sea un mejor equilibrio entre trabajo y vida personal, un buen salario, etcétera. Por muy incómodas que estas formas de actuar tan exigentes (y a veces poco razonables) puedan resultar para los millennials, que suelen ser sus jef+s, el respeto que exigen est+s jóvenes profesionales y el hecho de que no esperen a que nadie les de poder, sino que se lo tomen por su cuenta, ¿no creará a la larga mejores prácticas en el lugar de trabajo que beneficiarán a todos?
El poder no sólo se traduce en cómo nos sentimos por la mañana de camino a una reunión, sino también en las decisiones que nos atrevemos a tomar, dejando el miedo fuera de la ecuación. A medida que la generación más joven se defiende, quizá tod+s podríamos aportar algo de poder a nuestras vidas e ignorar aquellos condicionamientos que nos impiden ejercerlo con naturalidad.
Esta es mi tostada de la semana, inadaptad+s. Feliz domingo y grandes dosis de poder para la semana!
Con cariño,
Patty